La manera como puede manifestarse una crisis de angustia es subjetiva en cuanto a la duración e intensidad del episodio. |
La crisis de angustia o ataque de pánico (también conocido como ataque de ansiedad o crisis de pánico) es una alteración psico-fisiológica que aparece en un momento inesperado y sin razón alguna. El ataque o la crisis puede sobrevenir cuando la persona está realizando una actividad cualquiera como leer, comer o ver la TV, alcanzando su máxima intensidad en un período aproximado de 10 minutos. La duración de la crisis en su plena expresión puede ir de 5 a 30 minutos, aunque se han reportado casos en los que dura incluso una hora o más.
El pánico es básicamente un mecanismo de alerta importante para la
adaptación de cualquier animal vertebrado o más o menos complejo, en respuesta a
la presencia de una situación potencialmente peligrosa para la supervivencia. No
obstante, en los humanos tal mecanismo puede activarse sin razón aparente, y
entonces hablamos de una "crisis de angustia".
Síntomas
La manera como puede manifestarse una crisis de angustia es subjetiva en
cuanto a duración e intensidad del empisodio. Hay personas que reportan un
aumento gradual en los síntomas hasta llegar a un máximo después de
7 o 10 minutos. En otros casos aparece ya en su máxima
intensidad. Los períodos de duración en la máxima expresión van de 5 minutos a varias horas (McNally, 1998). El grado de vulnerabilidad (véase:
diferencia entre ansiedad-rasgo y ansiedad-estado) pueden también determinar la intensidad de la crisis. En algunos individuos, más
sensibles que otros, el sobresalto es catapultado por el mismo temor a sufrir un
ataque (Melzig, et al, (2008).
Aparte de las variables subjetivas de intensidad y duración se pueden
observar síntomas psicológicos y fisiológicos asociados a la crisis. No todas
las personas presentan los mismos síntomas ni la misma cantidad, pero para
considerar un episodio de angustia es necesario por lo menos experimentar cuatro
de los 13 mencionados (APA, 2002):
1) palpitaciones, sacudidas del corazón o elevación de la frecuencia
cardíaca
2) sudoración
3) temblores o sacudidas
4) sensación de ahogo o falta de aliento
5) sensación de atragantarse
6) opresión o malestar torácico
7) náuseas o molestias abdominales
8) inestabilidad, mareo o desmayo
9) desrealización (sensación de irrealidad) o despersonalización (estar
separado de uno mismo)
10) miedo a perder el control o volverse loco
11) miedo a morir
12) parestesias (sensación de entumecimiento u hormigueo)
13) escalofríos o sofocaciones
Existen personas que acuden al cardiólogo para descartar un problema del
corazón, no obstante, después de los exámenes todo parece estar bien, y en
ocasiones se diagnostica erróneamente un trastorno hipocondríaco. Algunos
síntomas de la crisis de angustia, principalmente los fisiológicos como las
palpitaciones, sensación de ahogo o la sensación de opresión o malestar torácico
pueden confundirse con enfermedades médicas identificables. Es recomendable
informarse lo suficiente antes de someterse a un tratamiento médico. Leer es
informarse, no implica el auto-diagnóstico ni la auto-curación, pero ayuda a ser
más observador de uno mismo y a encontrar al especialista adecuado.
Una crisis de angustia por lo general deja secuelas psicológicas mas no
físicas. En realidad la crisis de angustia no es peligrosa en cuanto a sus
consecuencias físicas, sin embargo deja una estela de miedo y profundo temor en
aquellos que ya la han experimentado, tornándolos más sensibles y temerosos de
volver a pasar por lo mismo en cualquier otro momento.
Gracias por leer.
Fuente:
American Psychiatric Association (2002). Manual diagnóstico y
estadístico de los trastornos mentales DSM-iv-TR. Barcelona: Masson.
McNally, R.J. (1998). Panic attacks. En H.S. Friedman. Ed, Encyclopedia
of mental health. S. Diego, CA. Academic Press.
Melzig, C.A., Weike, A.I., Hamm, A.O. y Thayer, J.F. (2009). Individual
differences in fear-potentiated startle as a function of resting heart rate
variability: Implications for panic disorder. International J. of
Psychophysiology. No. 71, pp. 109-117.