No se culpe por estar “toda la vida
preocupado(a)”. Muchas veces, la actitud de preocuparnos es una
respuesta aprendida, y a veces esperada, pues denota un valor muy
arraigado dentro de la sociedad. Nos han enseñado que "el
preocuparse" es igual a "ser responsable",
"diligente", "competente", etc.
"Ella es buena muchacha
porque se preocupa por su trabajo..."
En realidad, lo que generamos al
impartir este tipo de valores es una confusión innecesaria de
actitudes. Tal vez, lo que
habría querido decir es: "ella
es buena muchacha porque se dedica a su
trabajo". Es probable que el empleo indiscriminado de las
palabras esté teniendo un efecto invisible a largo plazo sobre
nuestras actitudes ante la vida. Con el tiempo y los "qué
haceres" empezamos a confundir la dedicación con la
preocupación, de manera que llegamos a un punto en que
consideramos que el preocuparnos es la respuesta adecuada,
aunque aquella no brinde (y nunca ha brindado) verdaderas soluciones
al problema en cuestión.
Las preocupaciones no sólo se pueden
volver incontrolables con el tiempo, sino también pueden asociarse a
otras áreas de la vida. Las personas con ansiedad-rasgo,
por ejemplo, tienden a preocuparse por cualquier cosa y terminan
generalizando sus preocupaciones a todas las situaciones. Estas
personas se preocupan por casi todo de lo que ha pasado,
está pasando o podría pasar. A veces parece como
si no hay nada que se escape a esta "visión catastrófica"
de la vida.
Preocupaciones
razonables y no-razonables
Una preocupación nace de la
necesidad de controlar o solucionar un problema o
situación determinada (p.ej. de relación, económica, o de salud,
etc.). Es razonable pues preocuparse por cualquier situación
que conlleve peligro o amenaza a la integridad y salud de uno mismo o
cualquier otra persona. No obstante, existe un límite en el
que esta preocupación deja de ser razonable y adaptativa
para convertirse en desadaptada y enfermiza, es decir, en una
patología. Este límite está determinado primeramente por la
cantidad de preocupaciones, más que por la cualidad de
estas. Otro parámetro es el grado de efectividad de nuestras
acciones y la duración del tiempo en que permanece el
sentimiento de preocupación.
Las preocupaciones pueden hacer
referencia a situaciones específicas de vital importancia, pero
también pueden generarse a partir de situaciones triviales
y sin ninguna trascendencia, y generar todavía una reacción
emocional desproporcionada ante las posibles consecuencias, una
alteración psicológica que los expertos conocen como Trastorno
de ansiedad generalizada (TAG). Estas personas, por lo general,
tienen serias dificultades en poner un alto a estas
preocupaciones exageradas, lo que las distrae fácilmente de sus
tareas importantes. A consecuencia de esto, la efectividad y
desempeño en el trabajo, la escuela, vida social o de relación,
puede verse perturbada significativamente.
Pasa con frecuencia que los
acontecimientos desastrosos nunca llegan a ocurrir en realidad. La
persona preocupada interpreta esto en forma supersticiosa,
como si el hecho de haberse preocupado fuese la causa
de que la catástrofe no haya ocurrido. Esto, por desgracia,
ocurre con mucha frecuencia y provoca que el estado de preocupación
se perpetúe indefinidamente. Así, comprendemos que no se trata de
una preocupación pasajera, sino de un estado permanente que puede
incluso durar meses.
Las personas con excesiva
preocupación pueden evitar cada vez más situaciones estresantes
y desarrollar poca confianza en sí mismas (baja
autoestima), además, pueden presentar los siguientes síntomas:
1) dificultades para concentrarse
2) una sensación de perder el control
del pensamiento
3) inquietud o impaciencia
4) tensión muscular
5) problemas para dormir
6) irritabilidad
7) sensación de fatiga
8) posponer actividades o toma de
decisiones
9) evitar situaciones estresantes
10) tratar de no pensar en ciertos
asuntos
11) evitar hablar de temas que provocan
ansiedad
12) comportamiento en exceso precavido
13) reaseguramiento repetitivo
Cómo
controlar el estado de preocupación excesivo
Son pocas las personas que buscan
ayuda exclusivamente para controlar sus preocupaciones insidiosas. A
menos que hayan otros síntomas somáticos claros, las personas
generalmente no buscan ayuda profesional. El problema no es
interpretado como un problema y pasa desapercibido,
principalmente en personalidades propensas a ser ansiosas como los
tipo A.
El tratamiento con terapia de
apoyo o psicodinámica es mucho más popular que la
terapia cognitivo-conductual, no obstante esta última es la
que ha demostrado la mayor efectividad en los resultados. Cuando
hablamos de preocupaciones, nos referimos a estados mentales,
a ideas específicas que se asocian entre sí y conforman un círculo
vicioso con las emociones y sensación de malestar. Así pues,
el propósito de una cura sería, en primera instancia, romper con
estos círculos viciosos. A continuación menciono algunas
sugerencias para conseguir esto.
1) Reconozca su problema.
Cualquier comienzo terapéutico (ya sea aplicado o auto-aplicado)
empieza con el reconocimiento y la identificación del mal que se
pretende curar o sanar. Si usted padece este mal y se encuentra
leyendo estas líneas, es claro que ya hizo consciente una parte de
su problema. Este paso no sólo define el camino terapéutico, sino
es en sí mismo terapéutico. Está demostrado que en algunas
personas con sólo el hecho de saber cuál es su problema y poderlo
definir en palabras, los cambios de mejoría empiezan a sentirse casi
de inmediato. Esto probablemente se deba a que las necesidades de
nuestro cuerpo finalmente "se ven reconocidas" por nuestra
consciencia. Algo así como abrir el diálogo cuerpo-mente.
2) Practique ejercicios de
relajación y respiración. Aprender a estar relajado es
piedra angular en el tratamiento de cualquier problema
relacionado con la ansiedad. Por medio de la relajación consciente
no sólo podemos sanar nuestras afecciones mentales y emocionales,
sino también las físicas, consiguiendo incluso niveles de
desempeño más allá de los optimos y esperados normalmente. Si
usted desea realmente librarse de toda afección (ya sea física o
mental) deberá aprender técnicas adecuadas de relajación y
respiración diafragmática, y llevarlas a cabo con regularidad. Hay
mucho material publicado al respecto, pero la cuestión fundamental
aquí radica en su capacidad de ponerlas en práctica.
3)
Haga ejercicio con regularidad. El
ejercicio físico libera las tensiones del organismo y lo prepara a
ser más receptivo en su forma de pensar. Se han llevado a cabo
algunos experimentos para comprobar la efectividad del ejercicio
físico sobre los niveles de ansiedad. Así, por ejemplo, Calvo y sus
colegas (1997) intentaron conocer los efectos que tiene la práctica
regular de ejercicio físico sobre personas con tendencias aprensivas
o ansiedad-rasgo. En comparación al grupo control encontraron que un
período de tratamiento (12 semanas con tres sesiones x semana de
ejercicio) provocó un descenso significativo en los niveles de
ansiedad. En otros experimentos también se ha comprobado que el
ejercicio mejora el estado de ánimo, incluyendo la depresión.
4) Aliméntese de forma
equilibrada. Para algunas personas es fácil comer en exceso
cuando experimentan ansiedad elevada. Como la ansiedad por lo general
se experimenta de manera crónica en personas vulnerables, los
hábitos alimenticios inadecuados aparecen sin dificultad. Ya sea
comer en exceso o de forma insuficiente, ambas pueden ser resultado
de un problema de ansiedad, principalmente relacionado con las
preocupaciones. Para lograr una alimentación adecuada necesitamos
informarnos correctamente en sitios especializados. Mientras
más sencilla, equilibrada y natural sea nuestra dieta mejores
resultados obtendremos. Dude de las dietas muy elaboradas.
Cualquier cosa que usted ingiera o
incorpore a su organismo va a afectarle irremediablemente,
incluyendo, por supuesto, los medicamentos. Afortunadamente un
importante sector de la población nos estamos dando cuenta que los
problemas relacionados con la ansiedad, que se originan
principalmente en las interpretaciones distorsionadas o ideas
preconcebidas inapropiadas, pueden tratarse justamente con la
modificación o reinterpretación de ideas o pensamientos
más adecuados, sin necesidad de acudir y depender de
drogas sujetas todo el tiempo a una economía caprichosa y al riesgo
de crear adicciones y efectos secundarios a mediano o largo plazo. Es
una cuestión de atrevernos a cambiar nuestros paradigmas más
arraigados para empezar a ver las posibles soluciones, en muchos
casos gratuitas y al alcance de la mano.
5) Detecte sus pensamientos
automáticos. Estamos inmersos en una “programación
mental inconsciente”. Debemos ser proactivos y aprender a vernos a
nosotros mismos, nuestras actitudes repetitivas, nuestras emociones
programadas y comportamientos asociados. Para “desenmarañarnos”
de esa programación mental debemos ser conscientes de nuestras
propias actitudes. Podrá entonces comprender que el mayor de sus
problemas es justamente sus preocupaciones, y sus preocupaciones no
son más que un conjunto de ideas que aparecen en su mente cada
cierto tiempo, ya sea porque están asociadas a ciertos estímulos, a
otras ideas, o por pura espontaneidad.
En psicoterapia pueden enseñarle
algunas técnicas para la solución de problemas, así como
estrategias cognitivo-conductuales para el examen de la
lógica, validez y eficacia de sus pensamientos. También puede
aprender algunas técnicas de imaginación aplicada a la
resolución de problemas. En realidad son ejercicios interesantes que
procuraré, a lo largo de este blog, explicar y hacerlos prácticos
en la auto-aplicación.
Se sabe que son muchas las personas
que no acuden en busca de psicoterapia profesional debido a problemas
de transporte, económicos o, simplemente, miedo de compartir su
situación. En ese sentido consideramos que Internet se está
volviendo una herramienta significativa en cuanto a que es posible
transmitir la información necesaria para cambiar nuestra propia
patología, principalmente cuando esa patología se basa en
cuestiones cognitivas, como la ansiedad o las ideas obsesivas.
No obstante, es importante aclarar que el encuentro cara a cara con
un profesional provocará un efecto terapéutico único en
la vivencia del paciente, por lo que se sugiere a cualquier
interesado que si no encuentra solución a sus problemas por
medio de la información disponible en línea, búsque contactar
a un profesional competente en el tema en cuestión.
Referencias:
Borcovec, T.D. y Ruscio, A.M.
(2001) Psychotherapy for generalized anxiety disorder. J.
Clin Psychiatry, 62(11):
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Calvo, M.G., Espino, O.,
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reducción de la ansiedad en jóvenes. Psicothema:
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Falsetti, S.A. y Davis, J.
(2001) The nonpharmacologic treatment of generalized anxiety
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Kessler, R.C., Keller, M.B. y
Wittchen, H.U. (2001) The epidemiology of generalized anxiety
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