La búsqueda constante de perfección se basa en un pensamiento obsesivo reforzado en la compulsión. |
¿Le ha pasado alguna vez que se ve a
sí mismo moviendo repetidamente un pie o tamborilear con los dedos
sobre una mesa mientras está sentado esperando o pensando en algún
problema? ¿Le ha sucedido que al sentarse en la butaca de un cine,
de pronto siente el molesto movimiento repetitivo de la rodilla del
que se sienta atrás? Pues bien, estos son ejemplos claros de
compulsiones.
Así como las compulsiones, ocurren
las obsesiones: ideas, impulsos o imágenes
que se repiten constantemente en el pensamiento y son muy comunes
dentro de la población general. La mayoría de las personas al
rededor del mundo hemos experimentado obsesiones y compulsiones de
este tipo. No obstante, estos simples rituales pueden volverse en
algunas personas mucho más complejos y entrelazados, generando un
malestar significativo y alterando su efectividad de
desempeño en la vida normal. Los expertos han llamado a este
cuadro Trastorno obsesivo compulsivo, también conocido como
TOC.
Este malestar significativo
del TOC se debe, pues, a la experiencia de ansiedad que
produce el trastorno. La diferencia entre un estado normal y uno
obsesivo-compulsivo es cuestión de grado, y
suponemos que el malestar significativo se genera a partir del tipo
e intensidad de las cogniciones, muchas veces indeseadas.
Las personas con este trastorno
sienten alivio en cuanto dejan de resistirse a la compulsión
y simplemente se dejan llevar por ella. El problema es que
este alivio es sólo momentáneo, ya que la compulsión en sí misma,
asociada al alivio, refuerza la conducta en el futuro.
Muchos tratamientos para el TOC se basan justamente en la estrategia
para detener la conducta reforzada, es decir, la
compulsión. Sin embargo, los investigadores se dieron cuenta que no
en todos los casos aparecen estas compulsiones, que hay personas que
sólo parecen experimentar obsesiones, por lo que decidieron llamar a
estos: "obsesivos puros" (PO por sus siglas en
inglés) o "rumiadores". Incluso, se ha hablado
(según la CIE-10) de tres subtipos de pacientes con TOC, a saber: a)
los predominantemente obsesivos, b) los predominantemente compulsivos
y c) los mixtos. No obstante, esta clasificación no es muy bien
aceptada por otros sectores de la comunidad científica, pues
sugieren que las obsesiones y compulsiones parecen ser productos de
la misma causa, es decir, los pensamientos.
¿Qué
son las obsesiones?
Una obsesión se puede definir como
un pensamiento, idea, imagen o impulso que se da de forma recurrente
y persistente. La persona que los experimenta presenta dificultades
para controlarlos y le provocan malestar significativo debido al
carácter intrusivo e incontrolable que poseen. Pero más que eso,
debido a los contenidos, muchas veces indecorosos, malévolos o
inmorales. Estas ideas, impulsos o imágenes pueden ser en extremo
molestas, a tal punto, que hay personas que se han quitado la vida
debido a eso.
Es natural que las personas que los
experimenten traten de ignorarlos o suprimirlos de su cabeza. Sin
embargo, se da el caso que mientras más se procura “sacar” un
pensamiento de la cabeza, este tenderá a aparecer con mayor
frecuencia e intensidad, por lo que resulta poco recomendable como
estrategia de control.
Algunos estudios han encontrado que
las obsesiones de personas no-clínicas tiene una incidencia
del 80, 84, o incluso 90% en la población global. Sin embargo, la
diferencia entre estas obsesiones normales y las de personas con TOC
radica, en primer lugar, en que los contenidos obsesivos
producen un grado más intenso de malestar y ansiedad, y en
segundo lugar, en que ese contenido entra en conflicto con los
valores de la persona afectada. Al parecer, la persona afectada
tiende a sobrevalorar o sobredimensionar en forma
catastrófica los pensamientos intrusos. De ahí la conducta de
evitar entrar en contacto con estímulos que pueden,
potencialmente, activar una obsesión.
El contenido de una obsesión varía
significativamente. De hecho, una persona puede obsesionarse con
prácticamente cualquier tema. Sin embargo, se ha descubierto que los
temas obsesivos más comunes son los relacionados con la
contaminación, la duda, causar daño a otros, temas sexuales y
de tabú religiosos, así como la búsqueda de simetría y
orden escrupuloso.
La incongruencia entre el pensamiento
obsesivo y los valores arraigados es lo que produce el estado de
tensión y estrés. Así, por ejemplo, la idea de herir a un bebé
con un cuchillo puede que no cause ningún remordimiento o temor
en una persona normal, porque está segura que nunca lo va a llevar a
cabo. Pero para la persona con TOC, esa misma idea, generará una
duda, la duda de la
posibilidad. La persona obsesiva duda sobre su capacidad
de controlar sus actos y considera el hecho de que con sólo
pensarlo, las posibilidades de llegar a la acción se
incrementan. Esto se conoce como fusión del pensamiento-acción,
es decir, la creencia de que pensar equivale a actuar.
¿Qué
son las compulsiones?
Las personas obsesionadas con un
pensamiento, o conjunto de ellos, lleva a cabo actos repetitivos
para disminuir la ansiedad generada por esos pensamientos. Así,
comprendemos que las personas obsesivo-compulsivas pueden controlar
su ansiedad por medio de las compulsiones. Una compulsión, por
tanto, es una respuesta a la obsesión que busca un equilibrio
emocional.
Las compulsiones pueden tener
carácter estereotipado y ritualístico, es decir, actos repetitivos,
sin emoción, y que a veces son muy reglamentarios o disciplinados, y
que la persona se siente forzada a realizar. No llevar a cabo estos
actos, o llevarlos a cabo de forma incompleta o irregular dispararía
los niveles de ansiedad. El equilibrio emocional, como ya se dijo,
trae beneficios pasajeros, lo que refuerza la obsesión y la perpetúa
indefinidamente.
Las compulsiones, al igual que las
obsesiones, pueden ser muy variadas. Entre las más frecuentes están:
rituales de lavado-limpieza (por ej., por temor a la
contaminación) y rituales de comprobación (una necesidad
imperativa de revisar, p. ej. que las puertas o ventanas de la casa
estén cerradas antes de salir, o que las luces estén apagadas). Un
ritual puede repetirse 3, 5 o más veces cada vez. También hay otros
tipos de compulsiones, p. ej. seguir, de forma mágica y
supersticiosa, una secuencia estereotipada (más compleja
que la simple revisión); ordenar objetos de una manera
característica; repetir varias veces una frase u oración
asociada a la creencia de prevenir un daño o hecho peligroso, o
provocar un beneficio a alguien en particular. La lista de
compulsiones es larga y puede incluir otros actos como contar,
acumular, coleccionar, o incluir actos mínimos como
evitar ver ciertas cosas, pisar uniones entre baldosas,
o decir ciertas palabras por
temor a un augurio, etc.
Otros
síntomas y características del TOC
Las obsesiones y compulsiones que ya
hemos descrito tienden a absorber mucho tiempo en la vida de
quienes las padecen. Una compulsión, por ejemplo, podría requerir
al menos más de una hora al día, lo que puede interferir
significativamente en el desempeño de una persona con horario
restringido. Estas obsesiones y/o compulsiones pueden fácilmente
sustituir actividades productivas, incluso interferir en las
actividades recreativas volviéndolas desagradables.
Las personas con TOC también pueden
disminuir su capacidad de concentración en las tareas, en los
objetivos o planes establecidos, desestructurando así la vida
general de la persona.
Las obsesiones pueden relacionarse
estrechamente con las compulsiones. Incluso hay quienes consideran
que esta relación es de tipo causal, ya que se ha
demostrado que en el 75% de los casos se establece dicha relación.
No obstante, no en todos los casos se presentan compulsiones, como ya
se mencionó, aunque los pensamientos intrusos (obsesiones) siempre
están presentes, y son los que determinarán, en todo caso, la
naturaleza de la enfermedad.
Referencias:
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