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La mayoría de las personas logran adaptarse sin mayor dificultad a las tensiones del tráfico urbano, pero hay quienes tienden a acumular sus problemas, generando así una "bomba de tiempo emocional". |
David Puchol Esperanza, psicólogo de
la Universidad de Valencia, llama a la ansiedad “la epidemia
silenciosa del siglo XXI”.
La diferencia entre la ansiedad normal
y patológica está en la forma e intensidad en que respondemos a los
estímulos de la vida cotidiana. La vida urbana es vulnerable a los
problemas de ansiedad debido a la gran cantidad de factores
potenciales que pueden producirla. A pesar de que la mayoría de
personas logran adaptarse a este estilo de vida, es claro que no
todos pueden, cayendo en estados depresivos, ansiosos incontrolables
o comportamientos inadecuados.
“Nuevamente
llego tarde al trabajo debido al tráfico vehicular —afirma
una mujer afectada—. Tengo transporte propio, pero
no es suficiente. Cada vez debo salir más temprano... la población
parece crecer mes a mes... imparable. Cada vez somos más habitantes
y no parece que nos organicemos adecuadamente. Ayer recibí otra
llamada de atención de mi supervisor y estoy a un paso de ser
despedida. Me siento abrumada, mi cabeza está llena de
preocupaciones por mis hijos y mi madre, que está enferma. Las
noches se me han vuelto eternas y me resulta imposible dormir sin
pastillas, a veces ni siquiera estas me ayudan a dormir y tengo miedo
de subir la dosis, creo que no es lo adecuado.”
“Respiro
hondo y trato de relajarme, pero al poco tiempo ya estoy nerviosa
nuevamente, incapaz de olvidar... olvidar las dificultades que han
surgido recientemente con mi esposo. Tengo problemas de
concentración, y a excepción de una amiga en el trabajo, no logro
llevarme bien con el resto de compañeros. Me siento como a punto de
desmoronarme moral y emocionalmente, creo que estoy al borde de una
depresión.”
Confesiones de una paciente
Las personas tendemos a acumular las
experiencias estresantes. Es el típico caso de meterlo todo en el
mismo recipiente, una de las actitudes que se debe aprender a cambiar
en cualquier psicoterapia.
La confesión de la paciente arriba
descrita denota ya no sólo un problema acumulativo de estrés (todas
aquellas circunstancias descritas) sino un índice de ansiedad
creciente (los elementos que no menciona pero que de alguna manera le
provocan perturbación y angustia). Esta persona también presenta
dificultades de relación social que menciona con sus compañeros de
trabajo y con su marido. Esto ejemplifica el hecho de que el estrés
y la ansiedad pueden actuar tanto como generadores de otros
conflictos, así como consecuentes de estos. En otras
palabras, la ansiedad puede ser el resultado de un evento anterior o
el efecto que condicione este evento.
Los problemas de relación social, por
supuesto, pueden deberse a infinidad de situaciones como tener un
carácter obsesivo,
tener ansiedad social
o padecer un trastorno de ansiedadgeneralizada,
etc. Cualquier problema de ansiedad previo puede ser el disparador de
una crisis actual, que a su vez puede resultar en una depresión u
otro trastorno de ansiedad. El mismo estado ansioso hace que las
propias facultades y rendimientos disminuyan considerablemente. Por
esto mismo, en la práctica resulta difícil el diagnóstico preciso
de trastornos.
A pesar de las dificultades, hay
personas que han logrado adaptarse a estas o similares
circunstancias. Esto se debe a que no todo mundo enfrenta o
experimenta la ansiedad y el estrés de la misma manera. Hay quienes
han desarrollado estrategias adecuadas, y hay quienes simplemente no
son vulnerables. Los factores devulnerabilidad
son muy importantes a la hora de evaluar el estrés en una persona.
La mayoría de personas que viven en un
medio urbano logran adaptarse, y con todo, sacan adelante su vida y
la de sus hijos. Ya sea porque adquieren mejores estrategias, ya
porque su carácter y personalidad se los permite, han encontrado la
manera de llevar y solventar los problemas de la vida cotidiana.
Estos casos también pueden mostrar un alto grado de resiliencia.
Otras personas, que a primera vista parecen adaptarse, en realidad
son acumuladores de estrés, lo que hace que en algún momento
“estallen emocionalmente” y desborden sus tensiones de una manera
inapropiada o patológica.
Sea como sea, la vida urbana para una
persona promedio es una prueba de fuego que debe enfrentar día con
día. No es extraño que las personas busquen casi con desesperación
la distracción del fin de semana. No obstante, el fin de semana pasa
rápido, y luego viene otra larga semana de trabajo y sacrificios. Y
en algún momento se preguntarán: ¿se le puede llamar a esto vivir
bien?
Muchas personas consideran que sí, e
incluso aseguran disfrutar de su trabajo. Sea cierto o no, podemos
estar seguros de que hay personas que, en definitiva, no la pasan
bien llevando este estilo de vida. Tienen a veces la sensación de
que “algo terrible les va a pasar”, y de que pueden perder el
control de sus vidas en cualquier momento, o ante cualquier
imprevisto.
Después de la depresión, según la
Asociación Psiquiátrica de América Latina,
los trastornos de ansiedad son la causa más frecuentes de problemas
mentales en la población mundial. Los problemas de ansiedad, tal
como se ha dicho, pueden ser el resultado de las frustraciones
acumuladas, esos pequeños escollos que hacen que todo se vea más
difícil (llegué tarde, mi coche se averió, me chocaron por atrás,
me gritaron sin razón, me confundí otra vez...), y que al final, si
no se manejan apropiadamente, terminan reduciendo las expectativas de
vida, el deseo de hacer las cosas bien y la felicidad misma de vivir.
Las frustraciones diarias son algo
normal, la diferencia está en que hay personas que simplemente no
pueden manejarlas apropiadamente. Es el caso, por ejemplo de aquellos
con ansiedad-rasgo,
que por su misma forma de ser y vulnerabilidad innata se ven
mayormente afectados. En cuanto aquellas personas con
ansiedad-estado, sus
circunstancias son diferentes, manejan los estresores también de
forma diferente y tienen un pronóstico más favorable en promedio.
¿Qué
puedo hacer?
Tal vez para algunos parezca trivial,
pero una forma de lidiar con los niveles altos de ansiedad y estrés
propios de las grandes ciudades es alejarse periódicamente del
ambiente urbano, y buscar sitios en los que se pueda disfrutar de
paisajes y el silencio. Se sabe que las vistas horizontales
tienden a relajar las ideas y facilitan la reducción del estrés.
Si no le es posible retirarse del
ambiente urbano, busque al menos un lugar en silencio en donde
pueda relajarse y meditar por algún tiempo. La meditación
diaria y disciplinada, está comprobado, reduce
significativamente en mediano/largo plazo los síntomas de la
ansiedad y fortalece al cerebro y templa emocionalmente a la persona
quien tendrá mejor control de sus respuestas a los estímulos
estresantes.
Leer
también puede ayudarle a reducir la ansiedad. La biblioterapia,
un tipo de terapia que incluye la lectura de textos específicos de
autoayuda, es una buena manera (ya conocida como programa terapéutico
desde 1920) de aprender a manejar los problemas de ansiedad y
depresión, entre otras cosas. La inclusión de nuevas ideas y
estrategias a través de la lectura, o incluso, actividades distintas
a las de siempre son un estimulante, un fortificante de nuevas
conexiones neuronales. Esto ayuda al cerebro, al igual que la
meditación, a desbloquear las preocupaciones constantes, abriendo
las posibilidades de generar respuestas más creativas a los
problemas de siempre. El ejercicio físico diario también
está relacionado con estos resultados.
Una cosa lleva a la otra. Volvernos
más creativos hace que evolucionemos en pro de la adaptación.
La creatividad abre puertas a las soluciones, que a su vez se
modifican y se adecuan mejor a nuestras posibilidades.